Unos sencillos secaderos de pescado mejoran los medios de vida y la nutrición en Burundi.
En los últimos
años ha aumentado considerablemente el volumen de pescado elaborado que
entra en los mercados de la orilla oriental del lago Tanganica, en
Burundi meridional. Sin embargo, este incremento de la producción no ha
ejercido mayor presión en los recursos del lago. De hecho, la cantidad
de pescado sacado del lago ha permanecido relativamente estable. El
motivo es que las comunidades pesqueras locales han adoptado una técnica
de elaboración del pescado muy eficiente y económica: secaderos
elevados a un metro del suelo, con lo cual las comunidades no tienen que
intensificar su esfuerzo de pesca para compensar las pérdidas que se
producían después de la captura.
Gracias a la circulación del aire, este sistema
reduce el tiempo de secado de tres días a ocho horas, gracias a lo cual
los productores pueden secar varias tandas el mismo día en temporada
alta. También mantiene a los peces fuera del alcance de los insectos,
los animales y los materiales contaminantes del suelo, permite a los
secadores cubrir el pescado en la estación húmeda y es mucho menos
laborioso.
La FAO introdujo esta técnica mejorada de secado en
2004 mediante un proyecto de 18 meses de duración en el marco del cual
se construyó un pequeño centro piloto en las inmediaciones de la aldea
de pescadores de Mvugo. El centro impartió capacitación en técnicas de
uso de los secaderos, introdujo diversas herramientas y distribuyó
folletos sobre la manera de construir secaderos. La población local
capacitada no solo adoptó con entusiasmo las técnicas, sino que siguió
divulgando sus conocimientos al término del proyecto. Frente a una media
de 500 mujeres que secaban pescado en la arena en 2004, al día de hoy
unas 2 000 personas participan directamente en Burundi en las
operaciones mejoradas de secado, lo cual supone un aumento del 300 %. Se
calcula que gracias a los ingresos locales generados de este modo se
alimentan más de 12 000 miembros de familias.
La mejora de la producción también ha ofrecido
nuevas oportunidades a los intermediarios que compran el ndagala seco y
lo revenden en otros puntos del país. Además, han surgido pequeñas
industrias que suministran materiales para construir secaderos. El
pequeño local construido por el proyecto funciona ahora como centro
piloto para la prestación de servicios de capacitación y asesoramiento
gestionado de forma sostenible por una organización local de
pescadores.
Nutrición e inocuidad en los consumidores a escala nacionalLa
capacidad de exportar el pescado seco al interior del país también ha
contribuido en Burundi a la nutrición y la inocuidad alimentaria de los
consumidores. Sin duda, el pescado elaborado en secaderos es más
higiénico que el que se seca en la arena y ofrece grandes mejoras en
cuanto a sabor y textura. Desde el punto de vista de la inocuidad, el
pescado se elabora en los secaderos con mayor rapidez y de forma más
completa que en la arena, con lo cual es menos probable que se contamine
o se deteriore de otro modo.
Igual de importante es la nutrición que ofrece el
pescado a la población de Burundi. Según se indica en su Plan Nacional
de Inversión en Agricultura, la carencia de proteínas de Burundi se
cifra en un 60 %. Con la falta de infraestructura, los consumidores del
interior tienen muy pocas posibilidades de acceder a pescado fresco. Sin
embargo, el ndagala, nutritivo y de alto contenido proteínico, se
conserva ahora mucho más tiempo gracias a las mejoras derivadas de los
secadores, que permiten transportarlo a mercados del interior.
Cambios en la demografía de la elaboraciónCuando
el proyecto arrancó en 2004, casi todos los pescadores eran hombres que
vendían pescado a los secadores, un 80 % de los cuales eran mujeres. Al
día de hoy, en que secar pescado aporta mayores beneficios económicos,
estas cifras han cambiado; los hombres cada vez invierten más en el
sector. Se estima que los hombres, que poseen secaderos de mayor tamaño,
conforman ahora entre el 30% y el 40% de la actividad.
Aunque los métodos mejorados han contribuido en gran
medida a la economía de la región sin ejercer mayor presión en los
recursos ícticos, las comunidades pesqueras también reconocen que quedan
cosas por hacer, incluidas mejoras como el diseño de cajas más
adecuadas para almacenar las capturas y la oferta de planes de
microcrédito que sirvan para que las mujeres mantengan su posición en la
actividad de secado comercial a medida que aumente la competencia.
Como puede apreciarse en la extensión de la orilla
del lago cubierta por secaderos, una pequeña inversión en tiempo y
materiales de un proyecto de la FAO de 18 meses de duración sigue
beneficiando a estas aldeas de pescadores de Burundi al cabo de nueve
años.
Datos clave
En
las inmediaciones de la pequeña aldea de pescadores de Mvugo, en la
orilla de Burundi del lago Tanganica, proliferan soportes de alambre
elevados cubiertos de pececillos plateados del lago puestos a secar al
sol. Pese a la sencillez del diseño, estos secaderos han contribuido en
gran medida a la nutrición y la economía locales. Antes de que la FAO
los introdujera en un proyecto en 2004, las mujeres secaban en la arena
la Stolothrissa tanganyikae, variedad de pez parecida a la sardina que
localmente se conoce con el nombre de ndagala. Además de que este método
era antihigiénico, se perdía gran cantidad de pescado tras la captura,
pues tardaba mucho tiempo en secarse y estaba expuesto a la
contaminación del suelo. El proyecto, de breve duración, terminó en
2005, pero la comunidad local siguió aplicando los conocimientos recién
adquiridos construyendo más secadores elevados y ampliando de 1 a 5
hectáreas la zona de la orilla dedicada a secar pescado. Como el precio
del pescado secado de este modo es más de dos veces superior al del
pescado secado en la arena, esta nueva técnica ha aumentado
considerablemente los ingresos de los productores y generado nuevas
oportunidades de empleo. Asimismo, ha permitido a los productores
ampliar sus mercados y vender este pescado nutritivo a consumidores de
una zona mucho más extensa.
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