Acabados los proyectos de la FAO correspondientes al Mecanismo para productos alimenticios de la UE, su efecto persiste.
Bangladesh
llevaba desde los años noventa registrando un apreciable progreso
económico, pero, con la irrupción en 2007 de la gran crisis de precios
de los alimentos, otros 7,5 millones de bengalíes se vieron arrastrados a
la pobreza. Se repitió el mismo panorama en países en desarrollo de
todo el mundo donde el acusado aumento de los precios de los productos
básicos en 2007-08 arrastró a situaciones de crisis a un número cada vez
mayor de los sectores más vulnerables de la población mundial.
La crisis avanzó con tal rapidez y resultó tan
devastadora que ninguna organización de desarrollo podía hacer frente al
problema por cuenta propia. La Unión Europea (UE) intervino con
diligencia estableciendo el Mecanismo para productos alimenticios de la
UE, al que asignó 1 000 millones de euros para ayudar a los países a
hacer frente a los problemas inmediatos derivados del alto precio de los
alimentos. La iniciativa duró tres años. A su término, en 2012, gracias
a la ayuda de emergencia, se había ayudado a superar la crisis a
decenas de millones de personas que se encontraban entre las más
vulnerables del mundo. A la vez, la FAO había elaborado proyectos que
les ofrecían formación y los materiales necesarios para resistir mejor a
futuras crisis.
Las evaluaciones permitieron mejorar la orientación de los proyectos
La FAO, principal receptor de fondos del Mecanismo para productos alimenticios, destinó su asignación de 238 millones de euros (320 millones de USD) a 31 proyectos ejecutados en 28 países que reportaron beneficios directos a 15 millones de agricultores, pescadores y ganaderos de África, Asia y América Latina. Al comienzo de la iniciativa, la FAO se coordinó con sus asociados de las Naciones Unidas, en particular con sus organismos hermanos, el PMA y el FIDA, para llevar a cabo misiones de evaluación con el objeto de determinar las necesidades y limitaciones de cada país. Gracias a los resultados obtenidos, la FAO pudo orientar con precisión sus proyectos y prestar apoyo y capacitación en ámbitos que iban de la mejora de la producción agrícola o métodos de captación de aguas a la introducción de nuevas variedades de cultivos, la creación de empresas privadas de semillas y la forja de vínculos entre los agricultores y los mercados.
La FAO, principal receptor de fondos del Mecanismo para productos alimenticios, destinó su asignación de 238 millones de euros (320 millones de USD) a 31 proyectos ejecutados en 28 países que reportaron beneficios directos a 15 millones de agricultores, pescadores y ganaderos de África, Asia y América Latina. Al comienzo de la iniciativa, la FAO se coordinó con sus asociados de las Naciones Unidas, en particular con sus organismos hermanos, el PMA y el FIDA, para llevar a cabo misiones de evaluación con el objeto de determinar las necesidades y limitaciones de cada país. Gracias a los resultados obtenidos, la FAO pudo orientar con precisión sus proyectos y prestar apoyo y capacitación en ámbitos que iban de la mejora de la producción agrícola o métodos de captación de aguas a la introducción de nuevas variedades de cultivos, la creación de empresas privadas de semillas y la forja de vínculos entre los agricultores y los mercados.
Además de la capacitación, los proyectos también
aportaron insumos básicos como semillas y fertilizantes, maquinaria
agrícola y equipo de riego, junto con rumiantes de tamaño grande y
pequeño, aves de corral y piensos y equipos de pesca. Por ejemplo, en el
marco de los proyectos de la FAO se supervisó la vacunación de más de
44,6 millones de cabezas de ganado. Al reconocer la importancia de
combinar el suministro de insumos con formación específica sobre la
mejor manera de usarlos o aplicarlos, la FAO ha contribuido a que los
beneficiarios estén en situación de seguir mejorando su vida, salvando
con ello la distancia entre el socorro de urgencia y el desarrollo a
medio y a largo plazo.
En Bangladesh la FAO, en colaboración con el
Gobierno, determinó las necesidades actuals y futuras y elaboró un
proyecto que ayudó a 80 000 hogares de agricultores y pescadores de la
región sudoccidental del país. Esta zona se había visto especialmente
afectada, pues se estaba recuperando de los daños por inundación
causados por dos ciclones consecutivos, Sidr en 2007 y Aila en 2009. El
proyecto aportó a los agricultores insumos y maquinaria, ganado y
piensos, así como material para construir cobertizos para los animales.
También aportó a los pescadores material de repoblación y equipo para
facilitar la acuicultura y la pesca en aguas libres, todo lo cual se
introdujo mediante escuelas de campo para productores establecidas por
la FAO. En reconocimiento de la contribución de este proyecto a la
mejora de la producción y a la capacidad de recuperación de los
productores, el Gobierno se está planteando mantener el proyecto y
ampliar la estrategia.
Asimismo, la FAO estableció en Filipinas escuelas
de campo para agricultores a fin de introducir sistemas de riego en
pequeña escala. Entretanto, el proyecto del Mecanismo para productos
alimenticios ejecutado por la FAO en Zimbabwe aportó 26 000 toneladas de
semillas de sorgo y maíz, así como fertilizante adecuado, con lo cual
aumentó considerablemente el rendimiento en 176 000 hogares agrícolas.
En el Níger, donde la crisis alimentaria se vio agravada por una sequía
que devastó las cosechas, fue prioritario reducir la malnutrición de 72
000 familias de campesinos que sumaban unas 500 000 personas, para lo
cual se aumentó su producción agrícola.
La FAO no solo fue capaz de organizar estos
proyectos con rapidez y con destinatarios muy concretos, sino que
también pudo adaptarse a los imprevistos. El plan original del proyecto
en el Pakistán consistía en suministrar a 100 000 agricultores semillas
de trigo y hortalizas y fertilizantes, pero, cuando el país se vio
arrasado por fuertes inundaciones monzónicas, la FAO amplió el proyecto
para ayudar a los habitantes de las zonas inundadas sin dejar de
facilitar a los agricultores la ayuda prometida.
La FAO estableció equipos sobre el terreno para
supervisar las operaciones de sus 31 proyectos, cuya tasa de ejecución
fue del 99 %. Los proyectos han terminado, pero su contribución no. Casi
todos los países beneficiados se han comprometido a aprovechar lo
conseguido por los proyectos del Mecanismo para productos alimenticios
de la UE.
Datos clave
La
coincidencia de la gran crisis de los precios de los alimentos con la
recesión económica mundial arrastró en 2007-08 a millones de personas
pobres de todo el planeta a un nivel de pobreza más pronunciado y tuvo
un efecto paralelo en la seguridad alimentaria mundial. La Unión Europea
(UE) actuó con rapidez creando el Mecanismo para productos alimenticios
de la UE, al cual se asignó una cifra histórica de 1 000 millones de
euros para prestar apoyo a los más necesitados. La UE canalizó los
fondos por conducto de organizaciones internacionales, ONG y organismos
de los países miembros, que a continuación prepararon y pusieron en
práctica proyectos a corto plazo con el objeto de salvar la distancia
entre las necesidades de emergencia de los países y sus objetivos de
desarrollo. La FAO, que recibió la cuarta parte de los fondos, hizo uso
de evaluaciones para dirigir asistencia a unos 15 millones de personas
de África, Asia y América Latina. Cuando los ciclos de los proyectos
terminaron a principios de 2012, la FAO pudo aportar pruebas tangibles
de que la inversión en agricultura y nutrición había tenido repercusión
inmediata en los problemas agudos de los países, a la vez que había
contribuido a mejorar la capacidad de recuperación de las poblaciones
vulnerables. Esta constatación tiene repercusiones a largo plazo para la
reducción de la pobreza y el aumento de la seguridad alimentaria
mundial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario