Las criadoras de ganado lechero reinvierten sus ingresos para prestar apoyo a sus familias.
En lugar de
los ingresos estacionales obtenidos de los cultivos, una empresa lechera
ya establecida o mejorada puede suministrar leche que se vende por
dinero en efectivo, semanalmente o incluso a diario. En la inmensa
mayoría de los casos, este efectivo acaba en manos de las mujeres del
hogar. Además, una serie de estudios llevados a cabo durante años han
demostrado que el dinero ganado por las mujeres va directamente a
prestar apoyo a las familias a fin depagar la alimentación, la educación
y medicamentos. En el Afganistán, un royecto de la FAO que ha aumentado
la capacidad de miles de pequeños agricultores que producen leche y, a
su vez, les ha ayudado a crear empresas lecheras viables y funcionales
ha mejorado la nutrición y la seguridad alimentaria de las familias, lo
cual también ha contribuido a generar ingresos y empleo.
Desde el principio, la FAO se propuso alcanzar un
desarrollo inclusivo”, es decir, involucrar concretamente a pequeños
productores en las actividades de empresas lecheras. En un clima de
amenazas a la seguridad constantes y cada vez más extremas, la FAO se
reunió con los consejos de aldea, denominados shuras, para explicar la
importancia de que los habitantes de las aldeas cooperen creando
empresas que les den mayor visibilidad y mejoren sus conexiones con el
mercado de la leche. Constituidos en empresa, podrían establecer precios
justos para su producción y colaborar con proveedores privados locales
de insumos y servicios a fin de velar por que los participantes en la
empresa dispongan de los insumos necesarios para mantener y ampliar su
actividad empresarial.
Los ingresos estables fomentan el compromiso
Aunque los ingresos de la producción lechera sean modestos, su carácter regular y garantizado aporta a los participantes la reafirmación que necesitan para seguir comprometidos con la creación de una cooperativa ajustada a sus necesidades. Uno de los factores esenciales ha sido el hecho de que la principal inversión del proyecto se centrara en las actividades que aportaban beneficios directos a las familias de campesinos en las aldeas. Al día de hoy, los habitants de aldeas de algunas de las zonas más peligrosas del país no solo han podido obtener ventajas financieras, sino que también han gozado de seguridad en el marco de sus tareas conjuntas, algo que ha consolidado la sostenibilidad de su producción lechera.
Aunque los ingresos de la producción lechera sean modestos, su carácter regular y garantizado aporta a los participantes la reafirmación que necesitan para seguir comprometidos con la creación de una cooperativa ajustada a sus necesidades. Uno de los factores esenciales ha sido el hecho de que la principal inversión del proyecto se centrara en las actividades que aportaban beneficios directos a las familias de campesinos en las aldeas. Al día de hoy, los habitants de aldeas de algunas de las zonas más peligrosas del país no solo han podido obtener ventajas financieras, sino que también han gozado de seguridad en el marco de sus tareas conjuntas, algo que ha consolidado la sostenibilidad de su producción lechera.
La FAO aspiró desde un principio a esta
sostenibilidad partiendo de la tradición y de la capacidad de producción
láctea. El apoyo y la orientación iniciales se centraron en mejorar la
organización de las cooperativas lecheras. Una vez creadas y puestas en
marcha las empresas lecheras, la FAO no intervino en las decisiones
comerciales de las empresas, sino que les proporcionó orientación
formulando preguntas sobre los posibles efectos de dichas decisiones en
la producción o los beneficios, todo ello con el objeto de garantizar
que las cooperativas tenían la visión empresarial necesaria para seguir
funcionando por cuenta propia al término del proyecto.
En 2010 concluyó la financiación de tres de las
empresas lecheras fundadas en el marco del proyecto, que estaban en
manos de productores rurales y estaban abastecidas por ellos, en
ubicaciones de muy difícil acceso donde la población local hace frente a
diario a problemas de seguridad, así como a la pobreza y la ausencia de
infraestructura. Sin embargo, las empresas no solo siguen funcionando,
sino que prosperan, operando con una capacidad que oscila entre el 70 % y
el 150 %. A escala media nacional, la salud de las familias de los
participantes en las empresas lecheras ha mejorado gracias a la
disponibilidad de leche, mientras que sus ingresos medios se han
multiplicado por cuatro. Estas empresas también han generado cientos de
puestos de trabajo en el sector por la necesidad de personal que lleve a
cabo tareas como la recogida y el transporte de leche, la molienda de
piensos, la comercialización y la venta al por menor.
El éxito dio lugar a la repetición y la ampliaciónA
medida que las noticias de éxito sistemático se propagaban de una aldea
a otra, el proyecto recibió un aluvión de solicitudes de apoyo
prestadas por otros aldeanos y comunidades. A raíz de ello, lo aprendido
se ha repetido y ampliado en otros lugares. De ese modo se recabó el
apoyo de donantes y asociados privados como Land O’Lakes, gran
cooperativa lechera de los Estados Unidos de América que aportó equipo a
una de las empresas lácteas. Los donantes son conscientes de la
importancia de los beneficios estables y la participación de la mujer;
según los datos más recientes, entre el 85 % y el 97 % del dinero
generado por la producción de leche va destinado a mujeres, que lo
controlan directamente.
El factor central del éxito ha sido la prioridad
básica concedida al desarrollo de la capacidad nacional y la obtención
de resultados tangibles sobre el terreno mediante el apoyo al desarrollo
de empresas lecheras de propiedad local. Pero, por encima de todo, han
salido beneficiadas las mujeres de la región, que venden leche y
productos lácteos por dinero posteriormente reinvertido en la salud, la
educación y la seguridad alimentaria de sus familias.
Datos clave
Miles
de productores agropecuarios afganos, en su mayoría mujeres, firmaron
con la huella dactilar cartas en las que se abogaba por la ampliación de
un proyecto de desarrollo lechero de la FAO para que diera cabida a sus
aldeas y hogares. Esas cartas, escritas en 2010, dan prueba del éxito
del proyecto, materializado pese a los crecientes problemas de seguridad
y la ausencia de infraestructura adecuada en los lugares del proyecto.
Las mujeres afirmaban que, tras ver que sus vecinas se beneficiaban del
proyecto, esperaban su ampliación para dar cabida a más personas y
aldeas. Cuando se inició en 2005, el proyecto se centró en el aumento de
la producción lechera, pero se ha ido ampliando progresivamente
mediante un enfoque basado en las disponibilidades totales gracias al
cual ha aumentado la seguridad alimentaria de las familias. Los ingresos
anuales medios de los participantes pasaron de 550 USD en 2005 a 2 000
USD en 2010, y se generaron nuevas oportunidades de empleo en el sector
lechero del Afganistán.
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